En los últimos años, la sociedad ha aprendido a valorar de verdad los alimentos de buena calidad. Hoy en día, estamos mucho más concienciados sobre la importancia de una alimentación saludable y es por ello que cada vez se buscan más alimentos de origen ecológico, como la miel ecológica.
A esto hay que sumar que consumir este tipo de alimentos favorece el medioambiente, lo que ha ayudado a motivar todavía más su consumo.
Y todo esto pese a que los alimentos ecológicos son más caros que los convencionales. El caso de la miel ecológica no es una excepción, pero déjanos explicarte por qué merece la pena cada céntimo pagado a mayores.
¿Por que debería comprar miel ecológica?
Para empezar, cabe destacar que la miel ecológica es mucho más sana y segura, además de sabrosa, que la tradicional.
La miel común proviene de abejas que no están encerradas ni viven en una parcela determinada. Están constantemente viajando de un lado a otro en busca de polen.
Por este motivo, desconocemos de donde proviene esa miel y si contiene tóxicos por fertilizantes, químicos u otras sustancias nocivas para nuestra salud.
Esto no quiere decir que comer miel no sea sano, al contrario, lo es y mucho, pero es muy importante el conocer el origen del alimento. En este aspecto, la miel ecológica es claramente superior a la tradicional, pues nos asegura que está totalmente desinfectada.
Otro factor que perjudica a la miel tradicional es el sobrecalentamiento de la misma, haciendo que pierda vitaminas y nutrientes. En el caso de la miel ecológica, esto se tiene en cuenta en su producción y no ocurre.
Cómo saber si un bote de miel es ecológico
Cuando vayamos a comprar miel ecológica, lo primero en lo que debemos fijarnos es en que contenga la etiqueta que la certifique como tal.
Además, aunque esto es ya más difícil de lograr, deberíamos asegurarnos de que el lugar sea de confianza.
Pero… ¿qué queremos decir con esto? Muchos apicultores no realizan las mejores prácticas pese a conseguir las etiquetas ecológicas.
Esto se debe principalmente a que no aplican el tratamiento contra la varroa, una ácaro que afecta a las abejas obreras, reinas y zánganos, poniendo así en riesgo la calidad de la miel y nuestra salud.